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"Me acuerdo la primera vez que vi tocar a La lá hace ya varios años en una casa rosada en Barranco, el barrio bohemio de Lima. Era ella, su guitarra y una lamparita de escritorio apuntándole a la cara.  Ahí quizás fue una de las primeras veces que vi a una chica con su guitarra meterse el público al bolsillo. Sospeché que lo más atractivo de La lá es que se canta a ella misma, se satisface primero sola en sus melodías y luego comparte ese espectáculo propio para el resto. Creo que La lá tiene ese superpoder de hacerte sentir que ha hecho las canciones para ti, como si te hablara de cerquita. Un concierto de La lá es estar tu y ella."
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